jueves, 21 de abril de 2011

Hugo Chavez hasta el 2021 tal vez no sea una broma


Para el columnista del Miami Herald, Andres Oppenheimer, cuando el Presidente Hugo Chávez dice que seguirá en el poder hasta el 2021, quizás no esté bromeando...

Esta es una columna de Andres Oppenheimer publicada en el Miami Herald:

Andres Oppenheimer, Miami Herald
Chavez y la reeleccion
Andres Oppenheimer
Gente que lo conoce bien asegura que interpretará su victoria del domingo como un mandato para profundizar su ''revolución'' izquierdista e instalar una dictadura electa.

Antes de contarles por qué no estoy tan seguro de que lo logrará, quisiera dejar constancia de que ésta fue una de las elecciones más raras que he cubierto en muchos años. El domingo por la noche, las encuestas de salida de urna de organizaciones independientes como Súmate, que habían reconocido el triunfo de Chávez en elecciones anteriores, daban una victoria a la oposición por 18 puntos. Y después, a las 3 de la mañana, vino el ''madrugonazo'': Chávez anunció que había ganado por un margen de 16 puntos.

El lunes, mientras la oposición estaba atónita y denunciaba un fraude electrónico, el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos convalidaban las cifras gubernamentales. Sin embargo, a menos que la oposición muestre evidencias de fraude, el Centro Carter y la OEA merecerán el beneficio de la duda: han demostrado en elecciones anteriores en Perú, Haití y Panamá que no se amilanan ante aspirantes a dictadores.
Si Chávez ganó sin trampa, fue gracias a una combinación de intimidación, uso masivo de fondos gubernamentales para la propaganda oficial, memorias frescas sobre la insensibilidad social de la clase política del pasado, y la distribución de $1,600 millones de ingresos petroleros para los pobres pocas semanas antes de las elecciones. Chávez entregó subsidios de $160 por mes a cientos de miles de personas que nunca habían recibido nada concreto de gobierno alguno.

Aunque es cierto que el discurso incendiario de Chávez ahuyentó a los inversionistas, provocó la fuga de capitales, llevó al cierre de 7000 empresas, aumentó el desempleo y creó 2 millones de pobres más de los que había cuando asumió el poder, también es cierto que nada de esto le importa mucho a los millones de venezolanos que nunca tuvieron un empleo formal, ni tienen esperanza alguna de tenerlo. Para ellos, el dinero en mano significó más que las promesas abstractas de la oposición de crear la base de una economía que crezca y produzca empleos.

Asimismo, la intimidación fue obvia. El gobierno de Chávez en meses recientes despidió a miles de trabajadores estatales que habían firmado la petición de 3.4 millones de rúbricas pidiendo elreferendum del domingo. Y el gobierno instaló 12,000 aparatos para tomar las impresiones digitales en los centros de votación, supuestamente para evitar que la gente votara dos veces, pero al mismo tiempo para crear temores de que el voto no sería secreto.

El jueves, me di una vuelta por el centro de Caracas, y pude ver todo el vecindario cubierto de carteles prochavistas, y ni siquiera una pancarta de la oposición.

''Cada vez que la oposición pone un cartel, le caen a palos los chavistas, y quitan los carteles'', me dijo el alcalde de Caracas Alfredo Peña, un ex chavista ahora opositor. "Mi propia oficina fue atacada 26 veces por chavistas armados, pagados por el gobierno".

Gente que conoce bien a Chávez, como su mentor y ex ministro del interior Luis Miquilena, me pronosticó que Chávez se comportará como un angelito en los próximos días --mientras esté en el centro de la atención mundial-- y luego radicalizará su ''revolución'' contra el ''imperialismo norteamericano'' y el ''capitalismo'', que hasta ahora ha sido más retórica que otra cosa.

Sin embargo, a Chávez no le será fácil instalar una dictadura al estilo cubano. Tiene por lo menos un 45 por ciento de la población que lo detesta con pasión, y va a necesitar cierta gobernabilidad. Asimismo, quizás no quiera correr el riesgo del repudio internacional si cierra los medios de oposición, que son la última línea de defensa contra su poder absoluto.

Al final del día, lo más probable es que las tentaciones totalitarias de Chávez serán directamente proporcionales al precio del petróleo. Los precios del petróleo se dispararon de $8 por barril cuando Chávez asumió el poder en 1999 a $46 por barril hoy día, lo que le ha permitido revertir una dramática caída de su popularidad del año pasado.

Pero a menos que la bonanza petrolera continúe por mucho tiempo, no hay forma en la que Chávez podrá mantener su generosidad preelectoral. El petropopulismo sólo funciona con petróleo a precios récord. Venezuela es más pobre desde que asumió el poder, y ahora hay mucha más gente que espera gratificación instantánea, en efectivo. El verdadero desafío de Chávez podría estar empezando ahora.

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